domingo, 28 de junio de 2015



Cómo ser marido.
Tim Dowling. Editorial Anagrama. 298 páginas.

La vida es así, no la he inventado yo

Cuando se llega al matrimonio, se cae en la cuenta que no nos han explicado bien cómo funciona. Como punto importante en la madurez de las personas, el matrimonio representa lidiar con cuestiones que hasta ese momento eran perfectas desconocidas: la relación con la familia del otro cónyuge, la decisión de tener hijos y la adaptación a la paternidad, la lucha por ganar el sustento económico para dos o más personas, etc.

Y mucha gente, la referencia más viva que tiene de la institución matrimonial y todo lo que conlleva es el “fueron felices y comieron perdices” que tanto le gusta vender a Hollywood. Dowling coge la sierra mecánica y descuartiza trocito a trocito esta idílica e infantil idea y es claro desde el principio: el matrimonio es un arduo trabajo en el que vas a fracasar mucho. No hay manual de instrucciones para su funcionamiento. No quedará otra que acudir al sistema ensayo-error para ir avanzando en su conocimiento.

El autor nos repite que el libro no es de autoayuda. Habla de su experiencia personal como marido y padre de tres hijos para que el lector tome conciencia de lo que se debe y en muchas ocasiones no se debe hacer para mantener un vínculo matrimonial sólido. Y lo hace siempre usando el humor como hilo conductor.

Dowling tiene claro que solamente con los dardos del humor acertará a dar en el blanco cuando nos hable de la masculinidad, la falta de comunicación entre  cónyuges, la pérdida de seres queridos y el crecimiento de los hijos, entre otros muchos temas. Porque el tono cómico del libro hace que el lector se sienta identificado con las situaciones reales que nos describe y pueda extraer sus propias conclusiones.

La obra cuenta con pasajes divertidísimos, como cuando prueba técnicas de acercamiento para mantener la relación en buen estado; cuando describe que una de las tareas básicas del marido es bajar las persianas y asegurarse de cerrar la puerta para ir a dormir o cuando pregunta a un reputado especialista en la materia como se puede ganar una discusión con su mujer.  
No obstante, tras las gruesas capas de comedia siempre advertimos la fina textura  de la investigación y los estudios que realiza el autor. Dowling parte de la base de su propia experiencia pero trata siempre de sustentarla con opiniones de profesionales y estudiosos.

Este libro va a gustar a muchos porque Dowling nos demuestra que riéndonos de nosotros mismos podemos llegar a entender la idea clave para que todo matrimonio funcione: tomar conciencia de que el otro cónyuge por biología y genética es diferente a nosotros pero que tenemos la capacidad y la necesidad de superar las diferencias para crear un vínculo firme y duradero.



lunes, 22 de junio de 2015




La habitación de Nona.
Cristina Fernández Cubas. Tusquets Editores. 192 páginas.

Puertas entreabiertas

La habitación de Nona es un libro de cuentos en el que  la autora nos demuestra que domina perfectamente la mecánica del relato corto. Los cuentos están muy bien estructurados, la narración fluye sin cortapisas y el giro inesperado que sorprende al lector se presenta en el momento preciso.

El universo de Fernández Cubas puede compararse con una casa en la que hay habitaciones correspondientes al mundo real y otras que pertenecen al mundo no real o ficticio y siempre hay una puerta entreabierta que las une. El tránsito de un mundo a otro se hace de manera sorprendentemente natural, sin artificios, como cuando pasamos de una habitación a otra de la casa.

La autora reivindica la imaginación. No obstante,  a veces a sus personajes les asalta la melancolía al regresar desde el mundo ficticio a las estancias del mundo real   y también hay otras veces que la usan para vislumbrar los fantasmas que les acechan. Pese a todo, la imaginación es un recurso  necesario para el ser humano, ya que lo conecta directamente con la ilusión.

Hay dos cuentos que sobresalen por  encima de la media. El primero es La habitación de Nona, donde la autora va ensanchando y estrechando los límites de la realidad con maestría para hacer ver al lector que el mundo ficticio puede ser tan real como ficticia puede ser la realidad. No se puede dejar de destacar la frase de Einstein que nos regala el cuento: “La realidad es una ilusión, aunque muy persitente”.

El segundo es El final de Barbro donde hace gala de un finísimo sentido del humor para diseccionar la reacción de tres hermanas ante la llegada de un nuevo miembro a su familia. El destino a veces es bastante caprichoso, se presenta sin avisar y se cuela en nuestra propia casa para agitar y poner patas arriba  los lazos que hasta ahora regían la convivencia familiar. Ante esta situación, Fernández Cubas quiere mostrarnos como reaccionamos las personas y que recursos buscamos para recuperar o mantener el orden que nos era más favorable.

Así pues, este libro de cuentos es perfecto para quien quiera iniciarse o simplemente disfrutar del arte del relato corto. Es cierto que  hay unos cuentos más irregulares que otros, pero en el balance final de la obra  las historias  que componen La habitación de Nona dejan poso en el lector. Días después  de haberlas leídos vienen a tu cabeza y no puedes evitar volver a pensar en ellas una y otra vez.


sábado, 20 de junio de 2015




Ofrenda a la tormenta.
Dolores Redondo. Editorial Destino. 440 páginas

Ofrenda a los lectores

El lector que llega a Ofrenda a la tormenta  ya ha pasado previamente por las dos anteriores entregas de la trilogía del Valle de Baztán (El guardián invisible y Legado en los huesos). Por tanto, ya está familiarizado con la inspectora Amaia Salazar y su equipo de investigadores que ha de resolver casos de asesinatos de menores ocurridos en dicho valle. Es perfecto conocedor de la idiosincrasia y costumbres de las gentes del lugar. Se podría decir que es un lector en cierta medida entregado: ya le ha tomado el pulso a la historia y a la manera de narrar de la autora.

Así pues,  está frotándose las manos deseoso de saber cómo acaban las principales tramas argumentales abiertas en los dos volúmenes anteriores, a saber: los demonios interiores de la inspectora Salazar, la relación con sus hermanas, el enfrentamiento con fuerzas del mal que parecen ir siempre por delante de ella, los intentos de ganarse el respeto de los miembros de su equipo y su vida de pareja con James.

Y Dolores Redondo se pone manos a la obra y se centra en ir contestando a todos los interrogantes, cerrando las puertas de todas las tramas argumentales abiertas. Ya no es necesario extenderse tanto en la ambientación o perfil psicológico de los personajes, sino que pisa el acelerador y nos dice que nos pongamos el cinturón porque vienen curvas importantes que harán pegarse al lector a las páginas de Ofrenda en la tormenta.

La autora conduce con mano firme siendo perfecta conocedora de la carretera, de ahí que en líneas generales la resolución de las tramas guarde  coherencia con lo acontecido previamente y muestre la solvencia de Redondo. No obstante, sí que hay que indicar que quizá derrapó un poco con el tratamiento que da al personaje de James y a la relación de pareja: había mucho más contenido que se podía exprimir y ella tiene la habilidad para hacerlo.

En comparación con Legado en los huesos, quizá cuesta un poco más arrancar, no obstante, se compensa con el ritmo más acelerado que imprime a la narración y con las sorpresas que van saliendo por el camino.

En definitiva, Ofrenda a la tormenta es un buen final que no va a defraudar a los seguidores de la saga. Es importante resaltar que si nos hemos dejado seducir por Stieg Larsson y su trilogía Milenium, es obligatorio conceder una oportunidad a Redondo pues además de encontrar todo lo que encontramos en Larsson, lo encontramos de más calidad en muchos momentos y  como añadido, podremos disfrutar del Valle de Baztán. Al cerrar las páginas de la novela nacerá el deseo de visitar ese lugar mágico en cuanto a belleza, folclore y quién sabe, elementos sobrenaturales.



domingo, 7 de junio de 2015





Vida de Familia.
Akhil Sharma. Editorial Anagrama. 197 páginas

La marca de la vida

Vida de familia nos cuenta la trayectoria de una familia de la India que se muda a Estados Unidos a finales de los años 70. La familia está compuesta por el matrimonio y sus dos hijos varones, Ajay de 8 años y Birju de 12. La obra muestra los brutales contrastes entre la India tradicional que dejan atrás y la sociedad americana del consumismo que les recibe. Los recién llegados tienen que hacer un reset mental en muchos aspectos para poder adaptarse a su nueva situación, viviendo por el camino situaciones insólitas.

Todos los sueños y esperanzas de la familia se ven truncados por el advenimiento de una desgracia que sacude la familia y que se centra en Birju. A partir de ahí, vemos como evolucionan los distintos personajes para intentar sobrellevar este enorme golpe bajo que les ha atestado la vida.

Se puede apreciar especialmente la carga autobiográfica que desprende Vida de familia cuando  dibuja el panorama del final de la infancia y principio de la adolescencia de Ajay, narrador y alter ego de Sharma: ya no cuenta con la protección de su hermano mayor, vive en una casa que a menudo se convierte en una prisión para él, asiste a una escuela en la que se siente diferente y bastante a menudo nota clavada la mirada de los demás niños encima.

Quizá lo más interesante de la novela sea la manera en cómo Ajay nos habla de las desgracias, con ese distanciamiento propio de su edad que le permite o ayuda a normalizar situaciones totalmente anormales que ningún niño debería vivir. Y cómo encuentra  su refugio en los libros, auténticos salvavidas en el mar de las dificultades que azotan la vida del protagonista y su familia.

Sharma intenta mezclar el drama y la comedia en esta obra. Pero, si bien es cierto que  en los momentos dramáticos el autor consigue tocar la fibra sensible al lector, no obtiene el mismo resultado con la comedia: cuesta conectar con alguno de los toques de humor que introduce a lo largo de la obra. Se echa en falta un poco más de ingenio o pasión en las situaciones cómicas y el sentido del humor está, quizás,  demasiado ceñido a la idiosincrasia de la comunidad india, no consigue adquirir un tono más universal.

Vida en familia consigue que veamos cómo los protagonistas luchan contra la adversidad de la vida aunque la desigualdad de las fuerzas sea evidente y esa lucha les pase factura de manera irremediable. No obstante, da la impresión que al acabar la obra uno no acaba de hacer del todo suyos a los personajes. Se echa en falta que el autor no haya dispuesto de más puentes para acercarnos a ellos.